A los pacientes amigos que han querido oírme, nunca
les he ocultado que la pasión –que no la eficiencia- imprimida al trabajo es
fruto de la sutil enseñanza de mi padre. Un hombre que esperó tenaz a mi
madurez para contarme su aventura; cuando teniendo ya criterio sobre las cosas
no pudiera condicionarme ese relato. Me contó entonces su paso por la cárcel,
los años dilapidados tras un ideal para entonces derrotado. En su ingenuidad
senil, no percibía que todo ese adiestramiento había sido por mí aprendido día a día, a partir de gestos inapreciables, esa maestría
en formar sin enseñar cuyo secreto todavía hoy se me oculta.
De todo aquello, guardo con especial ternura
su sentimiento de soledad, su abandono y sorpresa al reincorporarse al mundo y
sentir que todo había ido a peor, que los equivocados parecían ser ellos y que el
pueblo asumía tibiamente su inmersión en un oscuro y largo período conocido por
franquismo.
Para mi desgracia, he conocido esa sensación
repetidamente. Por momentos uno se ha sentido sólo, incomprendido y
desmoralizado pese a saber que sigue habiendo idealistas como él, aislados por
un régimen ayer dictatorial y hoy falsamente democrático.
Puestos a aportar algo al mundo y con una modestia
de ambiciones que el viejo hubiera denostado, intentamos poner un grano extra de
arena en un trabajo que adorábamos y que acabó torpemente en la docencia. Es
una larga historia que no puede ser relatada ahora y que para mi consuelo descansa el sueño de los justos.
Lo importante hoy, lo que quiero contaros,
es una nueva derrota en esta larga guerra que hemos emprendido para
dignificar esta profesión que ejercemos orgullosamente. Ayer fue desbaratada
en el parlamento gallego, como no podía ser menos, una proposición no de ley
que pretendía la integración de las enseñanzas artísticas superiores en la
universidad. Conoceréis prontamente el argumentario -falaz y demagógico os
adelanto- que nos mantiene en un espacio oscuro, paralelo en mi imaginación al
temido purgatorio.
Y me pregunto qué hacer para sobrevivir a
tanto desdén, abrumado como estoy por el cansancio, desorientado el rumbo. Dudo si entrar en presidio voluntario abandonando un cargo que no me
enorgullece; si desaparecer o si morir matando; si renunciar a tanto esfuerzo y
volver al estudio de mis amadas y viejas piedras. Qué harías tú, me cuestiono, ante este nuevo
estorbo en un camino que se presentaba en apariencia bien marcado. Los amigos
encontrados, los apoyos recibidos, las buenas experiencias no compensan la magnitud de la amargura transmitida desde la política, desde la
ignorancia, desde el puro desprecio.
Qué paradoja: la propuesta ha sido presentada por los comunistas, como tú, viejo.
Fernando Carrera Ramírez
Director de la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Galicia
Fernando Carrera Ramírez
Director de la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Galicia
Un descansito, verano, sol, birras y con el nuevo curso volver a la carga. Pero intentando poner un poco de distancia (que fácil decirlo) para que las batallas no te desgasten tanto, no te desgarren hasta el punto de que necesites retirarte. Abrazos peleon
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