martes, 9 de enero de 2018

UNA OPORTUNIDAD PARA EL PASATIEMPO

El estanque del Retiro, en su estado actual
Acompañado por hermanos y sobrinos, el pasado día 3 de enero del recién estrenado 2018 visitamos el Parque del Pasatiempo en Betanzos. La visita, amablemente guiada por miembros de la Asociación de Amigos del Parque del Pasatiempo, nos pareció una experiencia extraordinaria, un gran placer que agradezco públicamente aquí. Conocíamos el Pasatempo hace largo tiempo y siempre lo vimos como un patrimonio magnífico, difícil de clasificar pero inmenso. Las explicaciones recibidas, la transmisión de conocimientos sobre el significado del Parque enriquece enormemente nuestra percepción de ese conjunto patrimonial. 

Ese relato no es casual sino producto un largo trabajo de investigación por parte de la asociación citada. Con todo ello y como mínimo, han logrado mejorar la comprensión de un patrimonio de significados múltiples, ocasionalmente escondidos. Y enriquecer en consecuencia una narración que deberá ser transmitida a un público que quedará abrumado por la riqueza de este jardín histórico.

Como dijimos, el Pasatiempo aparece como un patrimonio complejo, algo difícil de encajar en las categorías convencionales; aquello que entendemos como “monumento” o “arte”. Pues bien, dejemos claro que es un magnífico monumento, es arte y estética pero también un área de esparcimiento y un parque de intenciones didácticas. Más allá de su soporte material, lo que más nos atrae es el potencial de su legado inmaterial: una magnífica lección de historia contemporánea de Betanzos y Galicia, de España y América; una exposición de ideologías y valores, de creencias y ritos, de vidas y personas extraordinarias. El Pasatiempo esconde un cúmulo de historias personales en las que nos sentimos parcialmente reflejados (quizá a través de la memoria de nuestros abuelos): hay emigrantes e “indianos”, hay poderosos y humildes, hay tanta diversidad como la de esa sociedad que congeló en cemento y piedra.

¿Qué reconoce la ley como Bien de Interés Cultural (BIC)?, ¿no era precisamente lo descrito?. Pese a todo y por ahora el Parque no ha merecido la calificación de BIC. Y esa pequeña acción administrativa nos parece esencial, por sus efectos jurídicos pero también simbólicos. Entendemos que ese reconocimiento exigiría la redacción de figuras de gestión estrictas y una tutela administrativa real que evitase decisiones poco comprensibles. Por ejemplo: la actuación que se está promoviendo ahora es la reparación de la pasarela metálica que accede al Parque, de reciente construcción y negativo impacto. Y mientras tanto, se agota el tiempo para buena parte del conjunto, que amenaza ruina en algunos de sus elementos más singulares.

Ahora debemos abordar un breve análisis del estado de preservación del monumento, amenazado por el paso del tiempo y la falta de un mantenimiento efectivo. La impresión global que se recibe es la de un patrimonio olvidado, con problemas graves que amenazan no sólo la conservación del objeto sino también al público que lo visita. En un análisis más técnico, es posible adivinar actuaciones de restauración ineficaces y ocasionalmente imprudentes. Y desde luego, realizadas con criterios de intervención obsoletos. 

En el fondo y una vez más, el Pasatiempo refleja nuestra incapacidad para reconocer adecuadamente los valores del patrimonio cultural, lleno de potencialidades intangibles (saber, conocimiento, orgullo) pero también otras perfectamente materiales (valor económico y turístico). La responsabilidad de la administración, de la política, no es otra que facilitar la preservación y a través de ella el aprecio ciudadano de un patrimonio de propiedad comunitaria. El ocultamiento o el abandono, sea por ignorancia o por intereses espurios, debe ser denunciado y combatido. 

Esta tribuna pretende esa denuncia, o mejor y más modestamente, acompañar a la emprendida por otros. Como vamos viendo con mayor frecuencia en los últimos tiempos, la sociedad civil se organiza para proteger su patrimonio cultural; personas o grupos que frente a la desidia actúan a partir de una ilusión compartida: ver nuestro patrimonio cultural aprehendido y disfrutado por la ciudadanía. Sabiamente explotado, socialmente útil. Para fortuna del Pasatiempo, hay personas que llevan tiempo llamando la atención sobre su estado, estudiando y redescubriendo sus diversos lenguajes, su interpretación compleja; creando un relato que pueda ser transmitido al público. 

Los conservadores restauradores queremos sumarnos a ellos, no sólo admirar su tesón sino apoyar activamente, ayudar a transmitir la urgencia de la situación y sugerir acciones posibles, antes del colapso. Insistir a los responsables en la necesidad de intervenir con sabiduría y respeto, con criterios distintos a los que han dominado algunas de las acciones ejecutadas hasta ahora. 

Seguiremos y apoyaremos a las personas que defienden el Pasatiempo. Son desinteresados y sabios, son ya parte de su historia, de su valor intangible. Y de paso, evitemos una nueva derrota, otra pérdida de nuestra memoria colectiva.

Referencias de interés: