sábado, 5 de mayo de 2012

Carteles de cocineros


Lo que está haciendo ACRE (la directiva y todos aquellos que colaboran con ella) supera con mucho lo que imaginábamos al desear una asociación profesional estatal que nos representara a todos. Gracias muy sinceras. Son tantas las pruebas que no resulta fácil hacer un resumen completo (disculpadme): la constitución, la promoción, la asamblea, la web, la entrada en ECCO, las campañas, la relación con el resto de asociaciones....mucho trabajo en muy poco tiempo.

Los que os seguimos en FB observamos últimamente entre sorprendidos e ilusionados la reciente campaña con carteles y eslóganes. No sólo nos sentimos reflejados en nuestras reivindicaciones sino que produce un cálido efecto simbólico, pues facilita el autoreconocimiento como grupo, en un efecto casi tan necesario como el primero.

Aceptando las inmensas virtudes, permitidme introducir un matiz y quizá un debate: en casi todos carteles sugeridos aparece la palabra "restaurador" en exclusiva, ni siquiera combinada con la de "conservador". Y quizá sea esencial debatir más detalladamente qué somos y qué hacemos, eje central para definir una profesión, sus competencias y una subsiguiente regulación.

Quizá por trabajar en un ámbito patrimonial (arte rupestre) en el que con frecuencia no existen sino propuestas preventivas, pocas intervenciones directas y desde luego nunca restauración, la preeminente persistencia de un término tan estrecho resulta sorprendente y, más aún, poco aceptable.

Nada diré, por obvio, de los perversos efectos de la polisemia del término, pero me hastía la recurrente confusión con actividades relacionadas con la cocina y la hostelería. Importan las justificaciones más penetrantes, para lo que traigo (una vez más) a colación la bien conocida definición de ICOM-CC (15ª Conferencia Trienal, New Delhi, 2008) de la CONSERVACIÓN: "Todas aquellas medidas o acciones que tengan como objetivo la salvaguarda del patrimonio cultural tangible, asegurando su accesibilidad a generaciones presentes y futuras. La conservación comprende la conservación preventiva, la conservación curativa y la restauración. Todas estas medidas y acciones deberán respetar el significado y las propiedades físicas del bien cultural en cuestión."

Esta definición, elaborada por colegas de todo el mundo, representa exactamente mi pensamiento: la Conservación lo es todo; la Restauración es tan sólo parte de esa disciplina mayor. La conservación es preservación, la restauración es como mucho la parte más instrumental y práctica; pública y conocida de la misma. 

Esta forma de pensar encuentra todavía una fuerte oposición en el ámbito mediterráneo (España, Italia, Francia...), quizá por razones culturales, por tradición, por formación, por inercia...pero también por cuestiones de disposición profesional: sabemos mucho de intervención directa (sea restauración o conservación), pero muy poco sobre diagnóstico y conservación preventiva. Eso explica además que el nivel de nuestras intervenciones, en términos de preservación a largo plazo, sea con frecuencia dudoso. No se trata por tanto de un mero cambio de denominación, más bien de un cambio disciplinario y metodológico, una evolución hacia la depuración profesional que será doloroso y llevará aún cierto tiempo. 

El futuro profesional ya se ha desplazado de la restauración a la conservación, a la protección, a la prevención, al diagnóstico preciso. Mientras nos adaptamos al nuevo pensamiento, nuestras competencias profesionales como conservadores son invadidas por un número amplio de disciplinas. Cuanto antes nos demos cuenta, antes reclamaremos nuestro espacio profesional.