martes, 19 de junio de 2012

NUNCA MÁS ENMUDECIDOS


Estamos algo cansados, quemados como un guiri de resaca en Torremolinos, cual chicharrón bien pasado, como una rueda de fórmula 1. El primer año en la dirección de la Escuela ha sido movido y, sin matices, poco exitoso. Supongo que habrá que darle una oportunidad a las cosas, no ser impaciente y dejar que reposen un tiempo, al igual que una buena paella.

Cuando aparecieron las sentencias del Supremo y nos lanzamos a la aventura de reclamar la integración en la Universidad, sabíamos que el camino iba a ser arduo. Nos encontramos con el apoyo de la comunidad escolar y, más aún, de unos cuantos centros gallegos. Todo ello nos dio fuerza y valor, y en eso seguimos. Junto con tantos otros, fuimos capaces de crear sendas Plataformas (gallega y estatal) para estimular el debate y nos encontramos con muchas personas que coincidían con nosotros en el diagnóstico respecto a la situación de las EEAASS. También hallamos el aliento de muchos colegas y, sin duda alguna, el apoyo explícito de la profesión de la CR. Por desgracia, ahí se acabaron las buenas noticias; el resto ha sido la constatación de una profunda soledad. La carrera política del abajo firmante está fenecida, logrando un récord difícilmente igualable (rapidez en tener a toda la Consellería de Educación en contra). La Universidad tampoco ha mostrado apoyos demasiado explícitos y ha procurado nadar y guardar la ropa. Con todo, lo peor ha sido la respuesta de los compañeros de las EEAASS: ningún auxilio entre los directores de Escuelas de CR; toda la maquinaria de poder de ACESEA contra nosotros, los perroflautas. No se romperá la promesa de evitar el enfrentamiento directo, pero es de justicia declarar que se han utilizado todas las armas, por momentos indignas, para silenciar esta voz de la discordia. Qué estimulante, quizá qué vivificante, debe ser sentir poder (no podemos entender las actitudes de otra manera).  

Ayer nos encontramos con muchos colegas en el IPCE para hablar de los estudios de CR. Malas noticias: faltaron los defensores de la opción no universitaria y desde luego hubos muchos sitios vacíos. Pero seamos justos, la mayor parte de las cosas fueron positivas: la implicación del IPCE, el dinamismo de ACRE, la amable presencia de dos decanos, la presencia de dos Escuelas Superiores y sobre todo, el alejamiento del discurso del enfrentamiento que tanto ha dañado a la profesión. Hablamos de construir planes de estudio conjuntos y de tantas cosas positivas que sinceramente, no podemos rendirnos al pesimismo.

Superado el debate de una segura y cercana integración universitaria sabed, eso sí, que los ausentes son los culpables de la persistencia del problema. Aquellos que sugieran desconocimiento como argumento para la inhibición estarán ocultando que ayer estaban invitados. Pero no hay inconveniente: tendrán prontamente oportunidad para debatir de nuevo. Para entonces, la discusión habrá superado los enfrentamientos y se dirigirá hacia un futuro nunca más enmudecido.

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